Qué es perdonar y cómo perdonar
¿Te has preguntado alguna vez porqué cuesta tanto perdonar realmente? La verdad es que somos educados en pensar que debemos perdonar a los que nos ofenden, y es algo estupendo, pero no nos enseñan a hacerlo de la forma correcta.
Saber qué es perdonar y cómo perdonar nos hace libres del resentimiento. Obligarnos a perdonar no nos garantiza que lo logremos, pues hace falta un trabajo interior tanto intelectual como emocional.
En este artículo te explico qué debemos hacer y cómo perdonar sin que se nos queden flecos sueltos.
¿Qué ocurre cuando no perdonamos y qué debemos hacer para lograrlo?
Cuando nos ofenden o agreden verbal o físicamente, sentimos de forma natural, enfado y ganas de devolver la agresión. En función de lo grave que nos parezca y de nuestra capacidad de reacción, actuamos agrediendo, defendiéndonos o alejándonos.
Siempre aparece en nuestro interior la rabia, que puede estar mezclada con tristeza y posteriormente vergüenza y culpa. Todo esto es natural y lógico. Pero ¿qué ocurre cuando no reaccionamos de alguna manera que nos haga sentir en paz?
Pues que las emociones se atascan produciéndonos un gran malestar que va creciendo con el tiempo y cada vez cuesta más obviar. Esto es un resentimiento que sólo nosotros alimentamos. Perdonar nos libera de él.
¿Qué es perdonar exactamente?
Perdonar es sencillamente liberarnos de esas emociones que nos intoxican y pudren nuestra mente y nuestra vida, sin importar si el otro nos pide perdón o no. No es algo que dependa de lo que nuestros ofensores nos pidan hacer, sino algo totalmente voluntario y personal y cuyos beneficios son exclusivamente nuestros.
Existe una gran libertad en el acto de perdonar, que tiene un efecto directo en nuestra salud mental e incluso física, pues todos sabemos que las emociones bloqueadas ocasionan a la larga, trastornos físicos que cualquier parte de nuestro organismo.
Para perdonar tan sólo hace falta el deseo de avanzar en nuestra vida, pero esto es a veces muy difícil de conseguir cuando nos quedamos esperando in aeternum a que los que nos han herido, nos pidan disculpas.
Esto ocurre cuando adoptamos sin darnos cuenta, la postura de la víctima que se muestra pasiva ante la ofensa, alimentando el deseo constante de que sean los demás los que nos liberen de la carga de nuestro daño. Además, no perdonar es una forma pasiva de castigo al agresor.
En realidad es ilusoria pues así no se castiga a nadie más que a uno mismo. Por otro lado, que nos pidan perdón no implica necesariamente perdonar realmente y en este error caemos muchas veces.
Perdonar y olvidar son cosas diferentes. Al perdonar no matamos neuronas. Clic para tuitear
¿Cómo podemos perdonar?
Sólo dos cosas hacen falta.
1 Entender las razones
Qué ha llevado a otra persona a ofendernos o agredirnos. Cuando entendemos SU razón y procesamos esa información, nos liberamos de la sorpresa de su acción, que generalmente es lo que nos mantiene atónitos.
¿Por qué ha hecho eso? ¿Por qué me dice eso? ¿Qué gana tratándome así? Entender su punto de vista nos hace salir del bucle en el que podemos entrar sin encontrar respuestas por nuestra cuenta.
Para ello tenemos que ponernos en su lugar convirtiéndonos en esa persona o preguntar directamente al ofensor qué le llevó a hacernos daño. Según la madurez de esa persona, podremos entender sus motivos o tratará de hacernos un lío dándole la vuelta a las cosas.
Puede ser la estrategia usada para no afrontar la verdad de forma adulta. En este caso, aunque no nos responda con honestidad y valentía, ya nos está dando mucha información de cómo es la persona.
Conociendo su inmadurez y cobardía además de comprender la reacción agresiva con nosotros, podemos saber a qué atenernos y tomar medidas como alejarnos o cuidar mejor de nosotros mismos cuando nos relacionemos con el ofensor.
2 Gestionar la rabia que sentimos al ser agredidos
Debemos aceptar que estamos enfadados, cosa que no siempre estamos dispuestos a ver. Permitirnos estar enfadados nos da la fuerza necesaria para realizar una acción que nos haga sentir en paz.
En ocasiones puede ser simplemente pedir explicaciones, pero en general necesitamos hacer algo que nos haga sentir que hemos equilibrado las cosas. Decir que nos ha molestado tal hecho, pedir que no lo vuelva a repetir, contestar lo que creamos necesario para hacernos respetar, dar un puñetazo si nuestra integridad física corre peligro, alejarnos del agresor, etcétera.
Son acciones concretas que nos ponen en el mundo como defensores de nuestra persona. Esto nos hace sentir en paz con nosotros mismos.
Para gestionar la rabia debemos llevar a cabo una acción que nos haga sentir en paz. Clic para tuitearOtra cosa que nos cuesta más pero que es igual de sencilla es perdonarnos a nosotros por cosas del pasado. No tenemos mejores y más sádicos verdugos que nosotros mismos. Muchas veces, vivimos limitados y amargados por aquello que hicimos, dijimos, callamos o no logramos, hace años.
Y una cosa es asumir con responsabilidad las consecuencias de nuestros actos, cosa madura y digna de valoración, y otra muy distinta es castigarnos por aquello. Es compatible cargar con nuestra responsabilidad y perdonarnos el haber sido unos cobardes, mezquinos, inmaduros, inseguros, inconscientes, caprichosos, egoístas…
Entender qué nos llevó entonces a actuar así, permitir la emoción de la vergüenza y convertirnos en personas de las que estar orgullosos es la mejor forma de vivir en paz con lo que fuimos y lo que somos.
Recuerda que perdonar no es olvidar la agresión, sino tan sólo liberarnos de la carga emocional y permitirnos actuar como si lo hubiéramos olvidado.