Los efectos que pueden tener tus problemas, no son el problema en realidad. Las cosas que ves que no te gustan en tus relaciones, o en tu trabajo, o en tu aula, son las consecuencias que tiene algún problema que puede estar oculto, aunque puede ser algo muy evidente.
Sin embargo, es fácil caer en el error de confundirlos. Y esto es muy importante, porque si llamas problemas a las consecuencias, vas a centrar tu atención en buscar soluciones a algo que no es realmente un asunto a resolver. Los efectos de los problemas, desaparecen cuando se soluciona el problema real, que la mayor parte de las veces está escondido a la vista.
Pueden ser miedos, inseguridades, hábitos a los que te has acostumbrado tanto, formas de comunicarte, etc., que ya no ves aunque están ahí.
Es igual que un dolor de tripa que puede ser el efecto de un trastorno gástrico. El dolor no es el problema, aunque te cause problemas, es la señal que te avisa de que hay algo que necesita reparación en tu sistema digestivo. El diagnóstico sirve para averiguar qué ocurre, y qué tratamiento es el que soluciona el asunto.
Si tomas analgésicos, ¿solucionas el problema? No, apagas la señal que te avisa de que hay algo que no va bien. Del mismo modo, si te centras en los efectos de tus problemas, pondrás parches al problema de verdad, pero no solucionarás nada. Y tarde o temprano, volverán a aparecer las consecuencias que produce algo no resuelto.
Ésto es muy importante para poder aplicar las estrategias que te permitan seguir adelante, sin arrastrar asuntos que te pesan. Saber exactamente qué es lo que ocurre, te da el poder de buscar las soluciones adecuadas. Lo contrario, te llevará a perder tiempo, energía y dinero muchas veces.
Si te interesa saber sobre los bloqueos que limitan tu creatividad.
Conoce la importancia del contexto de tu problema.
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