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La importancia de saber respetar los tiempos

La importancia de saber respetar los tiempos
29 enero, 2015 Rodrigo
Respetar los tiempos

Nos hemos acostumbrado a valorar las cosas y a las personas en función de lo rápido que operan. No es que le demos importancia al tiempo en sí, sino a la velocidad. Todo lo que nos da la sensación de que ganamos tiempo porque lo que nos interesa que ocurra, pasa rapidito, nos parece bueno. Así encendemos la luz que necesitamos accionando un simple interruptor, buscamos electrodomésticos, jabones, limpiadores, coches, ordenadores, etcétera que sean rápidos para que podamos emplear el tiempo en otras cosas; y a veces esas cosas son útiles, pero otras, lo que hacemos es malgastar el tiempo ahorrado .

En sí no es nada malo que las máquinas hagan la función que les pedimos, en poco tiempo, o que el limpiador del baño desinfecte en segundos (a la vez por cierto que ensucia el aire que estamos respirando). El problema empieza cuando nos hacemos adictos a la inmediatez, y la exigimos en todo y a todos.La importancia de saber respetar los tiempos.

 

 

Nos llegamos incluso a irritar cuando las cosas se retrasan un poco más de lo habitual, o cuando damos con alguien que sigue otro ritmo ligeramente más relajado del que esperamos. Y lo hacemos saber en la mayoría de los casos, rechistando, resoplando, haciendo una broma irónica como si fuéramos graciosos, o directamente espetamos una grosería. Como si tuviéramos que salvar un planeta entero en otra galaxia y fuéramos con el tiempo justo para llegar.

El colmo es cuando nos reprochan a nosotros el retraso que podemos ocasionar a otros, y nos encendemos por esa demostración de falta de consideración del ritmo que elegimos llevar. Estamos fatal porque damos una importancia extrema al paso del tiempo, pero nos olvidamos del ritmo que requiere hacer las cosas bien.

Es lógico que actuemos de esta forma, si en cuanto encendemos la televisión somos bombardeados con anuncios de productos que lo hacen todo en un periquete. Esto parece una tontería, pero no lo es en absoluto y tiene un efecto en el inconsciente mayor del que estamos dispuestos a creer. Entre todos, hemos convertido el tiempo en una gran obsesión por la que luchamos cada día durante las 24 horas, llegando a estar más atentos a su desaparición, que a su uso y disfrute.

Vivimos más pendientes del paso del tiempo que de aprovecharlo. Clic para tuitear

 

Sea como sea, no sólo la tele nos educa en esa idea de la “maravillosa inmediatez”, y aunque ahora estamos empezando de nuevo a recordar el valor de las cosas hechas “con tiempo”, aún tenemos el chip mental con el que nos hemos criado. Por eso tenemos poco aguante a la hora de soportar los inconvenientes de una enfermedad y tiramos rápidamente de medicamentos, que logran paliar las molestias. Todos tenemos un pequeño botiquín doméstico que nos hace sentir un pelín más seguros, del que echamos mano en cuanto le vemos las orejas al lobo. En realidad las enfermedades son momentos estupendos para pararse a analizar qué nos está pasando a un nivel más profundo que el puramente orgánico. Hablan con mucha claridad aunque no queramos ni escucharlas.Nos hemos vuelto impacientes, cuando la paciencia es vital para vivir de una forma satisfactoria. Los procesos que vivimos tienen un ritmo por mucho que nos empeñemos en acelerarlo pensando que es lo mejor para todos.

La importancia de saber respetar los tiempos.Podemos ver cómo la naturaleza respeta los ritmos que necesita, las hojas aparecen y desaparecen de los árboles cuando es necesario, las plantas crecen a un ritmo determinado. El ritmo de crecimiento ordena la planta hasta en su aspecto exterior. No hace falta más, que salir un rato al campo y pararse a observar el respeto de los organismos al tiempo. Los animales siguen patrones de conducta de forma ordenada y regular. Somos los únicos que hemos llegado a la conclusión de que el ritmo no es importante, y que podemos vivir sin él. Es más, creemos que debemos en muchos casos prescindir de él. Forzamos los ritmos naturales del cuerpo, de aprendizaje, de enfermedad, etc.

El pan hecho con masa madre está más rico, dura más tiempo y aporta más nutrientes que el que solemos comprar, por muy de leña que nos digan que es. Sin embargo el pan de masa madre, sin acelerantes artificiales ni aromas químicos a humo de leña, tarda más en elaborarse. Concretamente el tiempo que marcan las levaduras naturales en hacer su trabajo de fermentación.

Del mismo modo, los procesos terapéuticos, las medicinas tradicionales, los reaprendizajes, los cambios de patrones mentales y emocionales, llevan un tiempo que es inteligente respetar. Ni más ni menos, porque el mismo proceso es en sí la meta deseada, que podemos perder de vista en cuanto ponemos la atención en el futuro. La Humanidad no va a cambiar de golpe en esta generación, así que no hay por qué ponerse a correr. Puedes parar, respirar y empezar a disfrutar del proceso que estés viviendo, sea el que sea.

 

¿Estás trabajando con los Chakras?, ¿has empezado a hacer yoga?, ¿estás yendo a sesiones de Reiki?, ¿haces una terapia con un terapeuta que te marca el ritmo en función de las necesidades que cree que tienes, aunque a ti te parece que vas despacio?

La mente y el cuerpo tienen su manera aprender y de asimilar los cambios; forzarlos en función de las necesidades que otros te han hecho creer que tienes, es un error que acabarás pagando y del que te arrepentirás. Que el vecino del quinto vaya más rápido que tú, no es relevante. Tú no eres el vecino del quinto ni vas a vivir nunca su vida ni llegar a donde él llegue, ya tienes la tuya con tus metas. Y que la vecina del segundo sea más lenta que tú, no te convierte en mejor que ella ni vas a llegar antes que ella a donde ella va, porque vais a sitios diferentes, y ahí está la gracia.

Aprender a respetar y disfrutar del paso del tiempo es necesario para ser feliz. Clic para tuitear

Todo lo que sea apresurarse es meter la pata para arrepentirse después.

 

No estoy hablando de ser lento y conformista. Los extremistas habrán pasado a este punto directamente…

Todos sabemos cuándo corremos y cuándo estamos usando la excusa de los ritmos de cada uno, para no hacer nada de lo que sabemos que debemos hacer. Y nadie tiene que meterse en los ritmos de otra persona, precisamente porque son de la otra persona y ella tiene todo el derecho del mundo a vivir apresurada o flemáticamente. Saber respetarlos es vital para no desesperarse y no meterse donde no nos llaman.

El corazón tiene un ritmo al que funciona perfectamente, siendo un gran vigía a la hora de detectar cuándo estamos sometiéndonos a ritmos que no nos convienen, o cuándo estamos estancados sin avanzar hacia donde vamos. Cuando sus latidos siguen un ritmo alterado, malo. Cuando la tensión en las venas y arterias es elevada, malo. Cuando lo sometemos a un esfuerzo mínimo y se vuelve loco, malo. Escucharle cada día es una de las mejores herramientas adivinatorias que hay, porque siempre dice si lo que haces te llevará a un sitio bueno o malo.

Saber escuchar al corazón, es la mejor herramienta adivinatoria. Clic para tuitear

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