¿Tú fluyes o vas a la deriva? Fluyes en la vida cuando tienes objetivos que te permiten marcar una dirección y dar los pasos adecuados. Y te abandonas a la deriva cuando vives sin metas hacia las que dirigirte.
Fluir, es permitirte adaptarte a las circunstancias y a los demás. Negocias y cedes, según consideres qué es lo mejor para ti y para las personas con las que interactúas.
Ir a la deriva implica aceptar las circunstancias con sumisión. No es que te adaptes a ellas, sino que te conformas con lo que te cae encima. No hay nada que puedas negociar, tan sólo trapichear. Tu preocupación es sobrevivir a lo que va llegando, y acabas allí donde las circunstancias te dejan.
Fluir es satisfactorio
Cuando fluyes, te sientes en la ola, diriges tus pasos, tomas decisiones que te ayudan a avanzar hacia donde deseas. Te sientes bien, con tus momentos puntuales de frustración, evidentemente.
Abandonarte te hace infeliz
Al dejarte arrastrar por los demás y por lo que te vas encontrando, te sientes a la deriva, desorientado, sin rumbo, frustrado, triste, enfadado y agotado. Con momentos puntuales de satisfacción. En realidad, has abandonado tu proyecto profesional, personal, social, o sentimental. Te has abandonado a ti.
Tus pensamientos, tu forma de ver las cosas, tu manera de comunicarte, tu inseguridad y miedos, así como tus hábitos, están detrás de estas dos formas de ir por la vida, y que afectan a tu trabajo, tus relaciones, familia, amigos, etc.
Artículos relacionados que pueden interesarte:
Aquí te explico cómo establecer objetivos.
Aquí te hablo de cómo gestionar tus prioridades.
En este artículo te cuento cosas sobre tener un propósito en la vida.
¿Sabes qué precio que pagas por vivir sin hacer lo que te apasiona?
Si te interesa saber más sobre el término fluir.