El cielo y el infierno no existen fuera de nuestra mente. De nosotros. Ni hay que esperar a morir para saber si somos merecedores de uno u otro. No son lugares a los que ir o por los que luchar.
Tampoco se trata de castigo por una vida de pecado, ni de premio por una vida de virtud. Los seres angelicales y los demoníacos forman parte del día a día.
El infierno y el paraíso son estados mentales de los que participamos cada uno de los días de nuestra existencia.
Son opciones que elegimos con total libertad. Todos podemos participar de ellos en cualquier momento que deseemos, con la simple capacidad de elección que todos tenemos.
Ya vivimos en el infierno y en el paraíso y lo venimos haciendo desde siempre. Sabemos crear infiernos para otras personas convirtiéndonos en demonios, o paraísos terrenales siendo sus ángeles.
Basta con observar a nuestro alrededor para saber si hemos optado por crear uno u otro, y si somos ángeles o demonios. Este vídeo sobre los ángeles puede interesarte.
Tu paraíso o tu infierno son el resultado del estado mental que eliges practicar. Estado que te hace pensar, decir y hacer una serie de cosas, que originan la manifestación de vidas satisfactorias o insatisfactorias, tanto para ti como para los demás.
Nuestra responsabilidad es crearlos
En muchas ocasiones cuando hemos sido capaces de vivir en el paraíso, lo llamamos “suerte” y cuando hemos creado infiernos lo llamamos “destino cruel”.
Son formas sencillas que tenemos de no hacernos responsables de nada, y acomodarnos en la realidad de nuestras existencias, nos agraden o no.
Lo bueno de la posibilidad de elegir vivir uno u otro, es que podemos cambiarlo siempre que queramos. La realidad que vivimos depende y está generada por nuestros pensamientos, por y la forma que tenemos que utilizarlos.
Ninguna palabra ni acción existe sin ser antes un pensamiento, por fugaz que éste sea, y los pensamientos se eligen SIEMPRE. La ley de causa y efecto, nos informa de que toda acción deriva en un resultado determinado.
Así, sabemos que cada uno de nuestros pensamientos ocasiona una realidad determinada.
Si vivimos en un infierno que toma de la forma de relaciones de pareja, de amistad o familiares inestables, desagradables y tensas. O de trabajos estresantes insatisfactorios y agotadores. O de situaciones económicas agobiantes, desesperadas o sencillamente castrantes. Quizá de sensación de pérdida de interés por la vida y de falta de pertenencia a la Humanidad.
Tenemos libertad para cambiar
Podemos entender con un poco de valentía por nuestra parte, que vivimos una realidad que antes ha sido estado mental, pensamiento y emoción.
Nuestro infierno particular es simplemente el efecto de nuestro estado mental. Comprender esto y aceptar la responsabilidad de esa creación, nos da la oportunidad de transmutar ese estado en otro que deseemos más, con el simple poder de nuestra voluntad.
NADIE elige los pensamientos de los demás JAMÁS.
Lo que sí conseguimos unos y otros con nuestra actitud mental, es influir en los pensamientos de otras personas, ayudando a crear sus cielos o infiernos. Influir es una cosa y pensar es otra.
Cada uno es responsable y autor de sus pensamientos.
Los pensamientos crean nuestra vida
Elegir adoptar un estado mental que genere una realidad llamada paraíso, es no sólo inteligente y satisfactorio para uno mismo sino también para los demás. Convertirte en el ángel de tu paraíso, incita a los demás a cambiar sus estados mentales y crear más paz, más amor, más felicidad, etcétera.
Todo aquello que nos induce a pensar en desastres, dramas, mezquindad o maldad, nos ayuda a mantenernos en un estado mental propicio para crear infiernos en la Tierra. Tanto para nosotros como para los que nos rodean.
Todo lo que eleva nuestra energía, nos hace amar con libertad, nos empuja a compartir lo que somos y lo que tenemos, nos hace sentir que todos estamos aquí para aprender sin diferencias entre nosotros. Nos ayuda a manifestar una paraíso en la Tierra.
Ni uno ni otro son permanentes. En cualquier momento podemos hacer la mudanza al otro lado, y ambos se influyen continuamente e interactúan uno con otro.
Comprender esto es vital para no perder la cabeza, pues vivir en el paraíso no es vivir en un estado de felicidad perpetua así porque sí.
Vivir en el paraíso es una elección libre que se mantiene por voluntad, incluso estando expuesto a optar por el infierno. La absurda idea de que cuando uno se instala en cualquiera de los dos, ya no hay que hacer nada es eso, primitiva.
No hay que esperar a habitar uno u otro tras la muerte, ya hemos elegido dónde estar y qué crear. Lo hacemos cada día.
Por otro lado, los cambios llevan un tiempo que conviene saber respetar. Ser capaz de transformar una vida dominada por el drama, la tristeza, la depresión, la angustia, requiere esfuerzo continuado y paciencia para vivir en la felicidad, satisfacción, amor, realización, entendimiento y paz.
Higiene mental
De cualquier manera, todo empieza siempre por nuestra actitud mental. Por eso resulta vital saber alejarse de las personas que optan ocuparse sabiéndolo o no, en la creación de infiernos.
Saber cuidarse, alejándonos de los dramas que se generan continuamente en el infierno, nos da la oportunidad de alcanzar antes, el estado deseado desde el que podemos trabajar creando paraísos para nosotros mismos y para los demás.
Hay zonas del planeta, en las que es más fácil encontrar más personas de un estado u otro. Dan lugar a áreas geográficas, en las que los conflictos sociales son más o menos violentos.
Escandinavia, Canadá, el corazón del Amazonas, Bután, Nepal, algunas zonas de la India, Oceanía y África son lugares donde el estado mental que crea paraísos, es más fácil de alcanzar.
Cualquier país con dictadura o régimen de gobierno limitante para su pueblo, así como todos los países de Oriente Próximo en los que la religión se ha hecho cargo de que haya personas dispuestas a matar y matarse por ella, son lugares donde el “estado mental demoníaco” se ha hecho con el poder.
Ambas formas de pensar y vivir son válidas y dan la oportunidad de aprender de una forma u otra, sin que haya que luchar contra la contraria a la elegida. La única lucha es la personal y se da en nuestra propia mente. Es simplemente el esfuerzo de mantener una elección sobre la otra.
Todos aprendemos de la forma en que elegimos hacerlo, y respetar la elección de los demás es una forma de amor que se practica en el paraíso.
Rodéate de las personas que te ayuden a crear lo que buscas
Una vez asimilada esta idea, comienza el proceso de mudanza, y todos sabemos que los ángeles prefieren la compañía de ángeles, y los demonios de demonios. Es decir, los mediocres, malvados, inseguros, cobardes, mezquinos y egoístas, se juntan formando grupos. Y los brillantes, bondadosos, altruistas, corteses, valientes y serviciales hacen exactamente lo mismo, mientras son atacados por los del primer grupo.
Averigua en qué grupo estás, observando tus pensamientos y los actos de la gente que forma parte de tu vida. Comienza por elegir la bondad y el amor SIEMPRE y bajo cualquier circunstancia. El resto de personas que opte por lo mismo, irá apareciendo por una sencilla cuestión de afinidad.
Igual que hacen las plantas cuando las cuidamos, el amor y su contrario, el miedo, se crean, prosperan o mueren, y su alimento es la actitud mental que elegimos. Así de fácil.
Siembra una semilla y cuídala, brotará y crecerá, podrá llegar un momento en el que se reproduzca sin que tú intervengas en ello. Tendrás un vergel que el vecino admirará y disfrutará animándose a comenzar a cultivar su propio jardín. Entonces el bosque crecerá y alcanzará cotas no imaginadas cuando plantaste la semilla.
El amor y el miedo hacen lo mismo. Saben extenderse sin tu intervención, sólo necesitan que los elijas y cuides dentro de ti. Lo que elige el vecino no es de tu incumbencia. Ya has elegido, mantén tu elección si quieres o cámbiala si lo deseas. Eres libre SIEMPRE
Deja de esperar a morir
Esperar que lleguen es algo en lo que nos han educado y que hemos creído sin cuestionarlo. Esto nos ha hecho aceptar nuestros infiernos con resignación, pues albergamos la esperanza de que algún día cambie la situación.
Ese día es el de nuestra muerte, para ser precisos. Justo el día en el que perdemos la oportunidad de elegir.
Aquellos que creen en la vida después de ese día, comprenderán que entonces seguirán viviendo en la actitud mental que eligen, pues ésta no depende de las células del cerebro que desaparecen al morir.
Los que no creen en la eternidad de la mente-espíritu, comprenderán igualmente que la opción es diaria y no hay por qué esperar a desaparecer para crear cielos o infiernos, ser ángeles o demonios.
La libertad de pensamiento, es la herramienta que debemos aprender a usar para vivir en uno o en otro. Como siempre, es fácil de usar y sólo hace falta ejercitarla hasta coger inercia. Lo difícil es querer usarla con responsabilidad.
6 Comentarios
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cada quien tiene su gloria o su infierno aquí en la tierra
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Autor
Totalmente de acuerdo, José López 🙂
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Excelente Texto!
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Autor
Muchas gracias, Eduardo. Encantado de que te guste 🙂
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Estoy muy de acuerdo con todo lo expuesto en este tema. Los que nos ofrecen el cielo y nos quieren condenar con el infierno solo son vividores que bien saben todo esto pero quieren mantener a los demas para gobernarlos y vivir de ellos. Como en el caso de las religiones.
Me gusta tu contenido. -
Autor
Muchas gracias! Francamente, la manipulación está a la orden del día, y como bien dices, hay quienes aprovechan cualquier oportunidad para dirigir al rebaño hacia donde ellos desean. Todo lo que sea ampliar nuestras miras, y ser más críticos con los mensajes de esos “vividores”, nos hace mucho bien.
Un abrazo fuerte.