Sólo tienes 2 tipos de problemas. Los fáciles y los difíciles. Los primeros, los sabes resolver y los otros, te bloquean. Según sepas o no, qué hacer, adoptas dos actitudes ante ellos, que determinan dos vidas totalmente distintas, con dos estados emocionales opuestos. Es decir, tu vida está determinada por el tipo de problemas que tienes.
Hay problemas sencillos, cuya resolución consta de una serie de pasos o procedimientos, que si sigues correctamente, te llevan a la solución del asunto.
Los problemas complejos, están formados por múltiples factores, variables o aspectos, que no son iguales en todas partes, ni en todas las circunstancias ni para todo el mundo. Quiero decir, que el mismo problema (mejorar las relaciones entre compañeros), puede requerir formas de solucionarlo diferentes, si lo abordamos entre personas de un equipo de trabajo en Estocolmo, que si lo hacemos entre los miembros de una asociación de vecinos en Soweto.
Según tu problema sea fácil o difícil, lo mirarás de dos formas distintas, y adoptarás dos actitudes opuestas ante él. Tu disposición será creativa, proactiva y resolutiva si te ves capaz de solucionarlo, o por el contrario, será negativa, pesimista y pasiva, si consideras que no puedes o no sabes resolverlo.
Tu visión, determina dos realidades de vida que nada se parecen una a la otra. En función de cómo de fácil o de difícil ves tu problema, creas una forma de vivir u otra. Vives en el avance, desarrollo y crecimiento. O vives en el atasco y conformismo.
Y estos dos tipos de vida, te hacen sentir feliz, satisfecho y sereno; o frustrado, infeliz, estresado e insatisfecho.
EL NIVEL EMOCIONAL
Cuando vives en el conformismo, soportando situaciones o personas que te hacen sufrir, eres infeliz. Y cuando tus problemas estancan tu desarrollo afectivo, social o laboral, te sientes frustrado, triste y te enfadas. Aceptas que como no sabes solucionarlo, no puedes cambiarlo y te aguantas con la situación que te disgusta. Recuerda que saber adaptarte a otras personas y circunstancias, es estupendo y saludable; pero no es lo mismo que conformarte. En la adaptación hay acción voluntaria, que te permite avanzar de alguna forma. Mientras que el conformismo es pasivo y hay sumisión, sin que puedas desarrollarte plenamente.
Mira a ver si te va a compensar algún día, quedarte a vivir una vida que te hace infeliz.
No saber cómo solucionar algo que ya has intentado muchas veces sin éxito, o que jamás enfrentaste por sentirte incapaz, hace que te percibas como incompetente e inadecuado. El sentimiento de tristeza y frustración que genera, es tremendamente aplastante.
LA CLAVE ESTÁ EN EL “SABER CÓMO”
Así que, saber cómo enfrentarte a tus problemas sociales, personales, sentimentales, laborales o familiares, hace que te sientas capaz de lograrlo y vivas más activamente la resolución feliz del asunto.
Averiguar la manera de actuar, el “saber cómo” se resuelve una situación complicada, te predispone a encontrar las soluciones con más facilidad. Para averiguar tu “¿cómo lo hago?”, dispones de tu capacidad de análisis, tu creatividad, tu habilidad para ordenar tus prioridades, el empleo eficaz de tus emociones, la gestión de tus habilidades y de tu tiempo, etc.
Existen herramientas para trabajar estos aspectos, y la gracia está en que encuentres la combinación adecuada a tu problema. Imagina el problema como una cerradura, para la que tus habilidades son la llave.
¿Cuáles tienes? ¿Cómo las debes combinar? ¿Cuáles quieres aprender a desarrollar? ¿Quién te puede ayudar?